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lunes, 21 de marzo de 2022

La soledad aguarda…


La soledad aguarda, paciente, su momento; se pasea sin prisas, manos a la espalda, con estudiada parsimonia, analizando distraídamente la trayectoria de cada paso, bordeando las afueras de cualquier felicidad compartida.  


Le gusta que la traten de amiga, aunque, comprende que asumir ese autoengaño necesita de una espera, de una aceptación paulatina con su ritmo y con sus tiempos; “Amiga soledad!” Lo ha oido tantas veces! Pero se deja querer; el oficio le ha enseñado a transformar la compasión en comprensión, incluso en fingida amistad reparadora donde encuentre, al fin, arraigo el desarraigo. 


Sabe cómo ir invadiendo rincones abatidos del alma: el silencio huérfano de la casa en penumbras con vestigios de olor a cirios y ecos sordos de agónica letanía de rosario; o una mano extendida que asoma su desespero a una esquina insospechada en cualquier calle sin nombre…

Es para ella como ir renaciendo pausadamente en cada ruptura, o entre los dedos que ya apenas se rozan en un adiós sin retorno; construyendo su reino sobre residuos de vida, a menudo en la antesala del partir ineludible hacia la nada. 





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