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Por César del Caño
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La respiración (inspiración) durante el canto, si el pasaje lo permite, desde mi punto de vista debería realizarse por la nariz, con la barbilla absolutamente mórbida, mientras la parte posterior de la lengua tapona con suavidad la entrada de la cavidad faríngea.
Evidentemente valoro y respeto en su medida los métodos de las inspiraciones nasal (con boca cerrada) y bucal (con boca abierta).
En lo relativo a la primera, la inspiración nasal, posee a su favor el hecho de que nos predispone para una toma de consciencia de los resonadores paranasales; pero, a mi modo de ver tiene el inconveniente de contribuír al tensionamiento de la mandíbula justo en el momento preciso que deberíamos aprovechar para preparar la relajación de todo su entramado muscular.
Por lo que respecta a la segunda, la inspiración bucal, posee la ventaja de su rapidez y capacidad de conseguir más cantidad de aire en un corto espacio de tiempo; pero, en mi opinión, este tipo de inspiración va contra natura; me explico: el laboratorio que filtra el aire, privándole del posible frío exterior, polvo y potenciales agentes nocivos, se encuentra en la nariz; es por ello que considero que la realización de la inspiración bucal de forma reiterada expone a nuestro aparato respiratorio a un peligro real que los profesionales del canto no podemos permitirnos.
En lo que se refiere a este punto hay tantas teorías como profesores. No es mi voluntad debatir ni rebatir, la única intención de lo anteriormente expuesto es intentar ayudar al principiante, convencido de su efectividad contrastada en base a horas y horas de estudio metódico. En todo caso ha de ser el propio alumno quien, después de un trabajo pormenorizado bajo vigilancia, valore la viabilidad del recurso.
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